Hoy hemos salido a navegar por la costa barcelonesa. Una vez al mes un grupo de amigos solemos navegar en motor y en vela si el tiempo acompaña. La verdad que no soy un marinero muy experto, pero me lo paso bien. Esto de ir por el mar es una técnica y también un arte. Nunca sabes bastante ya menudo te enfrentas en problemas o situaciones de las que no tienes experiencia. En cada salida decidimos quién será el capitán del barco. Es una responsabilidad muy concreta, y en todo momento debe estar al acecho. También es un equipo en que todos tenemos responsabilidades. Siempre aprendemos, debemos decidir à donde queremos ir, tener una buena información meteorológica, comprobar que todo está en orden en el barco, desde el nivel del aceite del motor, la cantidad de gasoil y el estado de las baterías, hasta los temas de seguridad así como de disponer del material adecuado y suficiente agua y alimentos. Pero sobre todo aprendemos a trabajar en equipo. Ahora nos estamos preparando para hacer regatas de vela en primavera. Los barcos son muy iguales y en estas competiciones lo que es clave es el equipo y su líder para ganar.
En cierto modo en nuestras vidas profesionales, estamos todos navegando, ya menudo en aguas tormentosas. Las organizaciones son complejas, a menudo están enfermas, las direcciones no siempre son capaces de valorar el trabajo que hacemos, sus estrategias se han de adaptar a mercados o sectores en cambio permanente, en mundo cada vez más global donde la competencia se convierte feroz . En las organizaciones hay una serie de factores variables que crean a menudo ansiedad e inseguridad, sobre todo cuando la comunicación es pobre o las decisiones parecen arbitrarias.
La mayoría de los problemas que debemos afrontar no son técnicos, son adaptativos y menudo relativos a las personas y las organizaciones. Como profesionales estamos bien preparados para resolver problemas técnicos, y no siempre estamos preparados para afrontar problemas adaptativos.
En «The Practice of Adaptive Leadership (2009) de Ronald Heifetz, Alexander Grashow y Marty Linsky, los autores distinguen claramente los retos adaptativos y técnicos. Ellos afirman:
«A pesar de que los problemas técnicos pueden ser muy complejos y críticamente importantes, sabemos le soluciones que se pueden implementar con los conocimientos actuales. Se pueden resolver mediante la aplicación de conocimientos autorizados y a través de las estructuras actuales de la organización, los procedimientos y las maneras de hacerlo. Los retos adaptativos sólo pueden abordarse mediante cambios en las prioridades, creencias, hábitos y lealtades de las personas. Hacer avances requiere más allá de cualquier habilidad autorizada para movilizar soluciones innovadoras, deshacerse de ciertas maneras, tolerar pérdidas y generar la nueva capacidad de crecer de nuevo. «
Demasiado a menudo, tratamos nuestros retos como técnicos cuando son realmente adaptativos. Un buen ejemplo de esto es cuando el personal de organizaciones, grandes y pequeñas comparte que no considera que sus opiniones sean debidamente consideradas a la hora de tomar decisiones organizativas clave. Una simple solución técnica sería asignar más tiempo a las reuniones para escuchar comentarios o ideas de todo el personal.
Sin embargo, esto no impediría a la dirección considerar realmente sus ideas; sólo crea un espacio para compartir ideas. La adopción de un enfoque adaptativo a este reto significa que la alta dirección no sólo solicitará ideas del personal, sino que también volverá a revisarlas, hacer preguntas e incorporarlas al proceso de toma de decisiones. El cambio fundamental aquí es que la dirección debería valorar sus empleados de una manera diferente e integrar este nuevo valor en su proceso de la toma de decisiones. Además, deberían reconocer las deficiencias de su enfoque anterior para poder adaptarse.
Entonces, ¿qué puedes hacer para practicar el liderazgo adaptativo? Aunque sigo aprendiendo lo que funciona para mí, he aprendido que los siguientes puntos son los más importantes: